El Papa Francisco, luego de haber recibido numerosas peticiones de distintos particulares y de asociaciones vinculadas a la pastoral bíblica, y habiendo consultado – principalmente a los miembros del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización (ministerio vaticano creado por Benedicto XVI, el 21 de septiembre de 2010)–, instituyó el Domingo de la Palabra de Dios. La Carta Apostólica en forma de “Motu proprio” APERUIT ILLIS es muy clara y puede leerse en la página oficial del Vaticano:
El objetivo principal de esta nueva celebración es estimular a los creyentes a comprender la riqueza inagotable que proviene del diálogo permanente de Dios con todos los seres humanos, puesto de manifiesto particularmente en el desarrollo progresivo de la historia de salvación vivenciada por el pueblo elegido y testimoniada en las Sagradas Escrituras.
Teniendo en cuenta que en 2019 se conmemoraron los 50 años de la creación de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) –organismo dependiente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, fundada por san Pablo VI con el fin de garantizar el cumplimiento de las disposiciones conciliares de la Constitución Dogmática Dei Verbum (de modo particular el capítulo VI) – y en 2020 se conmemoran los 1600 años de la muerte de san Jerónimo, traductor de la biblia de sus lenguas originales al latín vulgar, la FEBIC anima a vivir el 2020 como un Año de la Palabra de Dios o Dei Verbi annus y para ello ofrece recursos y subsidios
Estas celebraciones y aniversarios pueden ser una oportunidad para convertirnos al Evangelio, profundizando la comunión entre nosotros y redescubriendo la mesa común de la Palabra. En síntesis, Domingo de la Palabra de Dios y Domingo bíblico se complementan y se enriquecen mutuamente estimulándonos en el seguimiento y discipulado misionero de Jesucristo a quien conocemos cada vez que nos acercamos con humildad a las Escrituras en donde se nos manifiesta como Palabra plena de Dios.
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