Este domingo 20 de octubre, tuvo lugar en Roma, en el marco de la celebración de la Jornada Mundial de la Propagación de la Fe, la canonización de varios “discípulos del Evangelio”, que, como decía el Papa Francisco en su homilía, “se hicieron servidores de sus hermanos, creativos para hacer el bien”.
El Papa recordó, haciendo referencia al Evangelio del día, la pregunta que les hizo a Santiago y Juan, aquel “¿Podéis beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”. Seguir a Jesús, “caminando tras sus huellas y acogiendo el don de su amor que transforma nuestra manera de pensar”, nos lleva a aprender el estilo de Dios que es la respuesta a esa pregunta que lanzaba Jesús: el servir como “estilo de vida cristiano. No se trata de una lista de cosas por hacer, como si, una vez hechas, pudiéramos considerar que nuestro turno terminó; quien sirve con amor no dice: ‘ahora le tocará a otro’. Este es un modo de pensar como empleados, no como testigos. El servicio nace del amor y el amor no conoce fronteras, no hace cálculos, se consume y se da. El amor no se limita a producir para obtener resultados, no es una asistencia ocasional, sino algo que nace del corazón, de un corazón renovado por el amor y en el amor”.
Eso es lo que hicieron los ocho franciscanos y los hermanos Massabki, los llamados mártires de Damasco, es lo que hizo Giuseppe Allamano, el fundador de los Misioneros y las Misioneras de la Consolata. Fue ese el camino que siguieron Marie-Léonie Paradis, fundadora de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, y Elena Guerra, fundadora de las Oblatas del Espíritu Santo. “Ellos fueron siervos fieles, hombres y mujeres que sirvieron en el martirio y en la alegría”, decía el Papa Francisco. “Estos nuevos santos vivieron según el estilo de Jesús: el servicio. La fe y el apostolado que llevaron a cabo no alimentaron en ellos deseos mundanos ni ansias de poder, sino que, por el contrario, se hicieron servidores de sus hermanos, creativos para hacer el bien, firmes en las dificultades, generosos hasta el final”.
Al concluir la Misa el Papa recordó la celebración de ayer de la Jornada Mundial de las Misiones, cuyo tema – “Vayan e inviten a todos al banquete” – nos recuerda que el anuncio misionero es llevar a todos la invitación al encuentro festivo con el Señor, que nos ama y que nos quiere partícipes de su alegría conyugal. Como nos enseñan los nuevos santos: «todo cristiano está llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio evangélico en todos los ambientes». Sostengamos, con nuestra oración y con nuestra ayuda, a todos los misioneros que, a menudo con gran sacrificio, llevan el anuncio luminoso del Evangelio a cada lugar de la tierra”.
Solicitó también oraciones “por las poblaciones que sufren a causa de la guerra, la atormentada Palestina, Israel, Líbano, la atormentada Ucrania, Sudán, Myanmar y todas las demás”, pidiendo que “la Virgen María nos ayude a ser, como Ella y como los santos, valientes y felices testigos del Evangelio”.
OMPress España
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