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“Sin Él no podemos hacer nada». El magisterio misionero del Papa Francisco

  • comunicacionomp
  • 25 abr
  • 2 Min. de lectura

«Entré en los jesuitas porque me llamó la atención su vocación misionera, su ir siempre hacia las fronteras». Así hablaba de sí mismo el Papa Francisco. Luego, el joven jesuita que soñaba con ir de misionero a Japón se convirtió en Obispo de Roma. Y colmó de misión su ministerio como Sucesor de Pedro.



El deseo y la exigencia de ver crecer en toda la Iglesia el ímpetu de un renovado espíritu misionero se convirtieron en el latido palpitante de su magisterio. Una «prioridad» a la que quiso dar relieve objetivo e institucional, cuando en la misma Constitución Apostólica Praedicate Evangelium sobre la Curia Romana, promulgada en 2022, ordenó que el Dicasterio para la Evangelización fuera «presidido por el Romano Pontífice». «La “conversión misionera” de la Iglesia -se lee también en el Preámbulo de ese documento- está destinada a renovar la Iglesia según la imagen de la propia misión de amor de Cristo (...). Ella misma se vuelve más radiante cuando trae a los hombres el don sobrenatural de la fe (...)».



La pasión misionera del Papa Francisco ha sido el hilo conductor más intenso y constante de todo su ministerio petrino. Su celo por la misión no se presentaba como una urgencia entre otras, ni como uno de los tantos campos en los que invertir las energías de la Iglesia. Más bien, el Santo Padre repitió con insistencia que el impulso apostólico constituye el único modo auténtico de vivir la fe y de hacer fecundas y significativas todas las dinámicas eclesiales, que de otro modo podrían reducirse a simples juegos de roles reservados a “auto-empleados” clericales.




Su intención era animar a que «las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras» (Evangelii gaudium, 27).



El Papa Bergoglio no ha escrito tratados especulativos sobre la misión. No ha definido un pensamiento académico estructurado de “programación misionera”. En cambio, su inquietud misionera ha inundado todo su magisterio ordinario, difundiendo indicios, recordatorios, intuiciones y sugerencias de matriz misionera en una inmensa masa de homilías, catequesis, discursos e intervenciones. Un “magisterio misionero” que, sin embargo, también se ha reunido y definido en torno a algunas coyunturas clave, desde el inicio hasta el final del Pontificado, comenzando por el “texto programático” publicado en los primeros meses de su ministerio como Sucesor de Pedro.


Gianni Valente






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