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OMP Argentina presenta su afiche para animar el octubre misionero 2022.

LA LLAMADA A LA MISION


“Para que sean mis testigos” es la llamada de todos los creyentes a dar testimonio de Cristo. Este es el punto central de nuestra vida, el corazón de la enseñanza de Jesús a los discípulos en vista de su misión en el mundo.


Evangelizar “no es ni cumplir una función ni hacer proselitismo sino ante todo dar testimonio de Jesús con su vida” – subraya el Papa Francisco. En este contexto, durante la Jornada Mundial de la Juventud, en Cracovia, el Papa, ante la pregunta de un joven: “¿qué puedo decirle a un amigo ateo?” le respondió:” Empieza a hacer, y él verá lo que haces y te preguntará - ¿Por qué haces esto?” Entonces le responderás: “porque creo en Jesucristo y anuncio a Jesucristo, no solo con la palabra, sino también con mi vida”.


Hay otras circunstancias en las cuales se nos pide dar un testimonio explícito de Cristo. En la vida ordinaria tenemos muchas oportunidades de hacerlo. Por ejemplo, utilizando nuevas tecnologías, podemos enviar y reenviar archivos de audio o de video de contenido cristiano; podemos hablar a nuestros amigos o compañeros de trabajo sobre lo que significa haber encontrado y conocido a Dios.


LA FUERZA DE LA MISION

El lema misionero de este año “para que sean mis testigos” hay que leerlo y entenderlo en el contexto de la frase completa: “Recibirán al Espíritu Santo para que sean mis testigos”. Evangelizar es dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es su verdadero y esencial medio de comunicación, sin el cual no se percibe más que el revestimiento humano del mensaje. Las palabras de Dios son «Espíritu y vida» (cf. Jn 6,63) y, por tanto, no se pueden transmitir ni acoger si no «en el Espíritu». El mismo Jesús comenzó a predicar «impulsado por el Espíritu Santo», quien luego declaró en la sinagoga de Nazareth: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres» (Lc 4,18).

El Espíritu Santo, en Pentecostés, vino sobre los apóstoles mientras ellos hacían «constantemente oración en común» (Hch 1,14). Lo único que podemos hacer en relación con el Espíritu Santo, el único poder que tenemos sobre él, es invocarlo y rezar. No hay otros medios. Pero este medio «débil» de la oración y de la invocación es, en realidad, infalible: «¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes le pidan!» (Lc 11,13).


LOS CAMINOS DE LA MISIÓN

La misión no se improvisa. El Señor trasmitió a los discípulos un programa, según el cual primero debían dar testimonio del Evangelio en Jerusalén, luego en Judea y Samaria, y finalmente hasta los confines de la tierra. Era un plan progresivo. La forma en la que los apóstoles cumplieron este esquema misionero viene a ser uno de los mayores mensajes del libro de los Hechos.

La foto del afiche, tomada por los misioneros argentinos de la Amazonia Peruana, presenta una imagen típica de la misión: una comunidad que deja su casa y se pone en camino hacia las comunidades de la zona. Lo hace de diferentes maneras: a veces caminando, otras veces en la motocicleta o en camioneta – según las distancias y las condiciones geográficas.

Detengámonos en el profundo simbolismo del camino. Un teólogo español José Antonio Pagola escribió un conocido libro” Caminos de evangelización” cuya lectura nos invita a renovar los métodos y expresiones de la Nueva Evangelización. Actualmente, ante la visible crisis de la pastoral, nos preguntamos qué caminos tenemos que tomar para llegar al corazón de los demás y abrirlos al Evangelio. La respuesta parece ser bastante simple: siguiendo a Jesús, el Camino. Recorriendo su camino de humildad, servicio y entrega. El camino de la cruz.

Estar en camino significa también estar abierto a los signos de los tiempos, estar atentos a los clamores del pueblo. Y finalmente, dar testimonio de comunión – de caminar juntos, contemplando con esperanza el horizonte de la misión: el Reino que se hace visible mientras no renunciamos de salir para adelante.


AÑO 2022 – UNA FIESTA MISIONERA

Este año nos ofrece la ocasión de conmemorar algunas fechas relevantes para la vida y la misión de la Iglesia: la fundación hace 400 años de la Congregación de Propaganda Fide —hoy, para la Evangelización de los Pueblos— y de la Obra de la Propagación de la Fe, hace 200 años, que, junto a la Obra de la Santa Infancia y a la Obra de San Pedro Apóstol, obtuvieron hace 100 años el reconocimiento de “pontificias”. El Papa Francisco en su Mensaje para Domingo de las Misiones 2022 nos invita a “leer a la luz de la acción del Espíritu Santo los aniversarios misioneros de este año”. Hace unos meses celebramos la fiesta de la beatificación de Paulina Jaricot, una gran “visionaria de la cooperación misionera”. Aun en condiciones precarias, ella acogió la inspiración de Dios para poner en movimiento una red de oración y colecta para los misioneros, de modo que los fieles pudieran participar activamente en la misión “hasta los confines de la tierra”. De esta genial idea nació la Jornada Mundial de las Misiones que celebramos cada año, y cuya colecta en todas las comunidades está destinada al fondo solidario universal. Hay muchas formas de cooperar con las misiones a lo largo del año, pero la Colecta del Domund, ya casi desde hace 100 años se ha convertido en una eficaz herramienta de la solidaridad y fraternidad universal.


P. Jerzy M. Faliszek, SVD


Pueden descargar recursos y el afiche ingresando a:





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