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Dignidad y autodeterminación en la Amazonía.

“Me siento feliz por mis raíces indígenas, por su cultura, la riqueza en los rituales e historias que aún siguen vigentes a pesar de vivir en la ciudad. Mi familia emigró de la comunidad en la puna salteña a la ciudad a fin de que mis hermanos pudieran completar sus estudios. Fue mi familia la que me ayudó crecer en conocimiento y gracia en el Dios de la Vida”


La que nos cuenta su experiencia ad gentes es Noemí Del Valle Mamani y pertenece a la congregación Misioneras de la Consolata, ha nacido en el norte argentino, en la ciudad de Salta. Sus padres son Fausto Eduardo Mamani y Ada Puca de Mamani, tanto sus padres como sus seis hermanos nacieron en el Departamento de los Andes en San Antonio de los Cobres, perteneciente al pueblo Kolla.



Nos comenta que vivió su adolescencia y juventud sirviendo en la Vicaría Nuestra Señora del Carmen (Parroquia de Fátima) primero como Catequista y luego en el Grupo Misionero Emanuel.

En el transcurso de estas experiencias a los 20 años concluyó su formación como Maestra de grado y de Religión. En el año 1999, en el 1º Congreso Misionero Americano que se realizó en Paraná conoció a las Hermanas Misioneras de la Consolata.

Desde el 2006 vive en Brasil allí estudió en la Facultad de los Claretianos donde obtuvo formación en Ciencias de la Religión (São Paulo). Al final del año 2008 recibe su primer destino para la Misión Catrimani en el Estado de Roraima, norte del Brasil.

La sede de la misión se encuentra en el norte de Brasil en la región Catrimani a unos 250 km de Boa Vista, la capital del Estado de Roraima (frontera con Venezuela) estado con mayor población indígena del país. Cuando llegué a Catrimani, comparte, me sentí que estaba frente a otro mundo, ya que las experiencias que tuve fueron con los pueblos indígenas en Argentina y en Mato Grosso (Brasil), pueblos que ya tenían influencia de la sociedad no indígena, así, todo se tornó novedad y desafío.


El Equipo Misionero está formado por padres y hermanas de la Consolata quienes me ayudaron muchísimo para insertarme en esta nueva realidad, comenzamos con la visita a las comunidades distribuidas en 22 aldeas por el rio Catrimani y dentro de la selva, en el estudio de la lengua, lectura del material producido por los equipos que pasaron por la misión, escucha de los relatos sobre la historia de la misión que tuvo sus inicios en el año 1965 con los misioneros de la Consolata. Toda esta realidad me fue dando luces para poder discernir donde me sentiría más segura de asumir y acompañar pues la misión tenía una diversidad de actividades. En el transcurso del tiempo escogí acompañar a los profesores Yanomami y hasta hoy doy continuidad a este servicio.


Un diálogo que me marcó mucho fue con un joven que me dijo que yo me parecía a ellos y si era indígena y luego me preguntó si era misionera porque nunca vieron una misionera indígena y le respondí que sí. Ser indígena me dio más confianza con los jóvenes para la concientización en la defensa de su territorio, en la formación de sus derechos constitucionales y valorización de su cultura pues la mía fue perdiendo su identidad con la pérdida del uso del propio idioma y rituales que se volvieron folclórico y no una vivencia cotidiana.

Participé junto a un Yanomami en la formación con la REPAM (Rede Eclesial Panamazónica) en Ecuador durante cinco semanas, experiencia que nos ayudó mucho por el contenido, información y testimonios de los pueblos afectados por los invasores y megaproyectos que afectan la vida toda de los pueblos. Compartimos estas experiencias organizando pequeñas oficinas con jóvenes en las comunidades y repasamos la situación de los pueblos de Bolivia, Perú, Colombia y Brasil. Sentimos fuertemente que todos teníamos un único fin: queremos unirnos en la lucha por el respeto a la dignidad y autodeterminación de los pueblos amazónicos. El apoyo nacional e internacional es fundamental, así como la construcción de alianzas que nos permitan tener más fuerza en la defensa de la Pan-Amazonia.


En el ámbito de las iniciativas que contiene el Proyecto Pastoral de la Misión me dedico particularmente al acompañamiento en la formación pedagógica de nueve profesores Yanomami contratados por el Estado y seis voluntarios. Los contenidos áulicos están definidos en el Proyecto Político Pedagógico Yanomami (PPPY), que expresa claramente una escuela propiamente de la selva, respetando su identidad cultural y la autonomía del pueblo. Hoy se puede cursar hasta 5ª año, en la propia casa comunitaria, con infraestructura simple. Hablamos de una educación específica y diferenciada, en la lengua local y el portugués cuando ya aprendieron a escribir bien su propio idioma.


Actualmente, más de 20.000 exploradores ilegales de oro se encuentran en la tierra Yanomami.

Otras actividades realizadas como Equipo Misionero son iniciativas de diálogo interreligioso e intercultural, encuentros de mujeres en comunidades, investigaciones realizadas por jóvenes y docentes sobre conocimientos indígenas, producción de materiales didácticos e informativos, capacitación en diferentes áreas como derechos indígenas y gestión del territorio.

Somos un equipo internacional que vivimos intensamente nuestro Carisma ad-gentes junto al pueblo Yanomami, los hijos de Omama, su creador.








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