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La Infancia Misionera propone: Crecer en la fe, desde una perspectiva vocacional.

Hoy en día ¿cuál es la contribución de tantos grupos y actividades de la Infancia y Adolescencia Misionera para que despierte la vocación misionera? Esta es la pregunta planteada por la Hermana Roberta Tremarelli, Secretaria General de la Obra Pontificia de la Infancia Misionera (IAM), en el nuevo número del Boletín de la IAM, que se publica en cinco idiomas y se difunde en formato electrónico a través de las direcciones nacionales de las Obras Misionales Pontificias presentes en todos los continentes.


“Todo hombre, toda mujer, cada niño tiene una vocación desde su nacimiento” escribe la hermana Roberta en el editorial. “La experiencia que los niños y adolescentes viven en las propuestas de la Infancia y Adolescencia Misionera podrá suscitar en sus corazones la disponibilidad para empeñarse toda la vida al servicio de Jesús y del Reino de Dios. Para que se llegue a tal opción, los animadores, los sacerdotes y las religiosas que los acompañan deberán vivir con alegría y coherencia su empeño de animación, formación y cooperación misionera. Y esto para que se continúe con la obra comenzada por Cristo y para que el evangelio sea anunciado”.


El padre camerunés André Marie Djon Lima por si parte dedica su artículo a la raíces bíblicas de la vocación misionera, subrayando, entre otras cosas, que “la vocación, es, por su esencia, misionera”, y ofrece algunas indicaciones sobre el discernimiento vocacional y la formación de la conciencia misionera de los niños: la cercanía del acompañador, la escucha atenta de aquel que es acompañado, la familiaridad del acompañador con el Señor, la confianza en aquel que acompaña.


También es particularmente interesante la experiencia contada por dos catequistas de la diócesis de Chantaburi, en Tailandia, que en su artículo reflexionan sobre la vocación misionera radicada en el bautismo y el compromiso personal, a la luz del discipulado misionero y la invitación del Papa Francisco para renovar el compromiso misionero de toda la Iglesia.


Como siempre, un amplio espacio está dedicado a la "voz de los niños", narrando experiencias y testimonios de Cuba, Kenia, Ruanda, Argentina, Perú. Es muy interesante por ejemplo la experiencia de un grupo la Infancia y Adolescencia Misionera en una escuela para sordos en Porto Alegre (Brasil), que muestra cómo los niños sordos también pueden ser misioneros, y el grupo no solo se beneficia a sí mismo, sino que también es bueno para toda la escuela y la comunidad.


El boletín trae además el testimonio del Padre Nicolás Costantino de la diócesis de Rio Cuarto quien manifiesta: “Estoy muy feliz de haber pasado por la IAM. Aún conservo mi pañoleta de animador y soy, actualmente, asesor de la IAM en mi diócesis. Dios tiene sus caminos y siempre supera a los nuestros, pero responde a los deseos más hondos de nuestro corazón”.





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