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Lectio Divina para el Tiempo de Navidad. “¡Crucemos y veamos!”

Oración inicial

Ven, Espíritu Santo y enciende nuestros corazones con el fuego de tu Amor”


Lectio – Lectura-escucha.

“Y sucedió que cuando los ángeles se alejaron yéndose al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Crucemos ya hasta Belén y veamos lo que ha sucedido que el Señor nos ha dado a conocer». Fueron a toda prisa y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todo los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores le decían. Y María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho”.


Usaremos la abreviación: Med. para Meditación y Or. para la Oración.


Med. v.15 “ Y sucedió que...” Esta frase es muy común en la versión griega. El vocablo “guinomai” significa: “nacer”, de allí se deriva según el contexto, “llegar a ser, acontecer, suceder, etc.” Aquí se nos introduce en la meditación a pensar que “algo ha nacido”, no solo veremos que se trata del “nacimiento de Jesús”, sino que Su nacimiento es causa de otros nacimientos, o “acontecimientos”, como el nacimiento de la “esperanza”, de la “libertad”, de la “salvación”, “de la “Resurrección y de la Vida”.


Or. Señor, muchas veces no permito que la Navidad sea un “acontecimiento”. Me dejo envolver más bien por la tristeza de los que no están o por la nostalgia. Tu Nacimiento es acontecimiento de esperanza, es Vida, es Resurrección anunciada. Que con tu gracia salga del tedio, de la rutina, del hastío de lo cotidiano, y haga que cada instante sea una nueva oportunidad de vida, gracia que “acontece”, que “nace” por pura misericordia tuya”.


Med. “…los pastores se decían unos a otros”. El v. 8 ubica en el espacio a estos pastores: “estaban en la región (de Belén)”, y en el tiempo: “durante la noche”. Tenemos también que saber que los pastores habían sido visitados por el Ángel de Dios y que “la gloria del Señor los envolvió en su luz”, (v. 9). Dado que vivirán un “acontecimiento”, no se podría entender sin esta “luz divina” que viene de lo Alto. Es decir, sin la Fe. Ubicados así, observamos que los pastores no toman una decisión en privado, sino que intercambian “lo acontecido en ellos”, “se decían unos a otros”. Comparten la experiencia de Fe y toman conjuntamente una decisión como pastores, una decisión “pastoral”, y dicen:


Med. “Crucemos ya hasta Belén y veamos esas cosas acontecidas que el Señor nos ha hecho conocer”. Otra vez nos encontramos con un vocablo griego importante: “dierjomai”; dia= «atreves de«, «por medio de». “Erjomai”= «ir». De modo que se trata de un “ir”, pero “cruzando”, “atravesando”. Los pastores, iluminados por la fuerza de la luz de la Fe, nacen a una experiencia nueva. Ahora, ni las montañas de la región de Belén ni la noche los detienen, ambas situaciones son “cruzadas, atravesadas, trascendidas” hasta llegar a Belén, la Casa del Pan, para ver lo que les ha sido dado a conocer sobre este acontecimiento.


Or: “Señor, muchas veces tenemos grandes impulsos misioneros. Pero los escollos, las montañas de la vida y las oscuras noches nos detienen. Nos hacen pensar que no vale la pena cruzar y atravesar. Los pastores movidos por la luz de la fe, en medio de la noche, se animan, y conjuntamente cruzan la región y la noche, y así las trascienden, porque quieren ver lo que les ha sido manifestado. No esperan hasta mañana, sino «ya, ahora mismo, y cruzan». Dame la gracia de cruzar en tu Nombre todo aquello que parece infranqueable a los mezquinos ojos humanos y ver con los ojos de la fe lo que se nos manifiesta a través de los Pastores, de la Iglesia y de los signos de los tiempos”. Amén.



v.16. “Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en un pesebre”. Los pastores no se quedan en fantasías pastorales y a la distancia. “Van” y “encuentran”, primero a María. Ella es la Puerta del Cielo y puerta de la gruta de Belén. Quien se encuentra con Ella le hace ver al Emanuel. Luego a José, así se “encuentran” con que este “nacimiento” “acontece” en el seno de una familia. Por último se encuentran con el Niño, ¡el motivo de la búsqueda!, quien está envuelto en pañales, que al modo de hacerlo los judíos, estos paños parecieran anticipar los paños de la muerte, lienzos que quedarán vencidos en el suelo (cf. Jn. 20, 6-7) en el “otro pesebre” del “gran acontecimiento”: el sepulcro donde “aconteció” la Resurrección y la Vida.


Or: Señor, dame la gracia de ir a buscarte sin demoras. María, sé nuestra guía, la que nos abres siempre la puerta en cada oración, la que junto a José nos haces ver a Jesús, para que “encontrándolo” y “viéndolo”, “anunciemos a los demás hermanos lo que hemos oído y visto sobre este Niño” (cf. v. 17), Jesús, Resurrección y Vida en abundancia. Amén.



Pbro. Gerardo Rivetti / Monasterio Virgen del Signo / Diócesis. de Río Cuarto

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