Las Obras Misionales Pontificias desempeñan un papel fundamental en la vida de las Iglesias jóvenes. Lo ha dicho Mons. Giampietro Dal Toso hablando en el Seminario de Estudio para los Obispos de nuevo nombramiento (de Asia, América, África Oceanía), promovido por el Dicasterio para la Evangelización. Y agregó “Las Obras Misionales Pontificias han desempeñado un papel fundamental en estos 200 años de existencia para sostener la creación y la vida de las Iglesias locales. Por lo tanto, su tarea hoy en día sigue siendo actual”.
El Arzobispo ha recordado que en 2022 se celebrará el bicentenario de la primera Obra, fundada por inspiración de Paulina Jaricot, que ha sido beatificada el pasado 22 de mayo.
Y ha añadido: “En 1922, el Papa Pío XI quiso atribuir el título de ‘Pontificias’ a las Obras, y luego Pío XII a la Unión Misional, para expresar que reconocía su carisma, las hacía suyas y se convertían en su instrumento para sostener, con la oración y el sacrificio, la missio ad-gentes de la Iglesia. Desde entonces, todo el Magisterio pontificio sobre la misión ha insistido en la importancia de las Obras”.
“Precisamente por su importancia para la Iglesia universal, las Obras Misionales Pontificias están estructuradas a nivel de Iglesia universal, con una presencia capilar como quizá ninguna otra organización en la Iglesia”, ha remarcado, aclarando que son una entidad autónoma, una red estructurada a nivel nacional con 120 direcciones nacionales, que a su vez tienen presencia a nivel diocesano, por tanto “también episcopales, en el sentido de que están encomendadas también al cuidado de los obispos locales”.
“Me ha impresionado mucho el hecho de que en varios países la Obra de la Santa Infancia se haya convertido en un instrumento de la pastoral ordinaria de los niños y adolescentes. En este sentido, en los últimos tiempos las Obras están descubriendo también su papel al servicio de la Iglesia local, para la formación misionera”, ha señalado.
A continuación. Mons. Dal Toso ha reiterado: “Los tres conceptos que resumen el carisma de las Obras son: fe, misión y universalidad. Sin fe no hay misión, y sólo se puede estar convencido del sentido de la misión si se cree en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación. La misión significa compartir el don de la fe, y así alimentarla. La universalidad de las Obras significa que nadie cree solo, sino que todos estamos unidos por la misma fe y los mismos sacramentos, y por eso nos cuidamos mutuamente”.
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